Año 1989: el muro de Berlín está a punto de caer. En Kreuzberg, el distrito más anárquico de la parte occidental, un grupo de perdedores, bohemios, borrachos e inútiles vive plácidamente, ajeno al mundo real y dejando que los días discurran entre alcohol y disquisiciones pseudofilosóficas.
Uno de ellos es Frank, una especie de líder espiritual al que todos llaman (a medio camino entre el respeto cariñoso y la burla) "Señor Lehmann". Su única misión en la vida consiste en trabajar en la barra de un bar, beber cervezas con sus amigos y no hacer absolutamente nada más. Hasta que un día se junta con otra camarera, Katrin, que lo quiere pero no está enamorada de él. Su mejor amigo, Karl, empieza a volverse loco y, para colmo, va a recibir la visita de sus padres, a los cuales pretende demostrarles que no es lo que es, o sea, un fracasado. Como remate, va a cumplir los 30. Su burbuja de Peter Pan está a punto caer tan abajo, como en breve lo hará el muro…
Leander Haussman prosigue en su segundo filme el análisis en clave de comedia de la vida de los habitantes de la ciudad partida en las fechas previas a la reunificación. Antes, en 1999, ya había diseccionado a los berlineses del este en la delirantemente divertida Sun Alley (La calle del Sol) su opera prima, estrenada en una edición anterior del festival y en esta Berlin Blues apuesta por un humor cínico, realista y desencantado para retratar a unos personajes que, tras el parapeto de una cínica alegría de vivir, ocultan los mismos miedos, inseguridades y frustraciones que el resto de congéneres. Con el agravante de que ellos se niegan a admitirlos, tanto ante los demás como ante sí mismos.
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