Empezar de cero, comenzar una vida nueva, dejar el pasado y la tristeza detrás.
Eso pretendieron en los años setenta Nelly Senff y su hijo Alexej cuando escaparon de Berlín Oriental para buscar un futuro en la Alemania Occidental, supuestamente menos represiva. Numerosos cineastas alemanes han examinado recientemente el paradigma de la preunificación y cómo éste ha marcado los destinos de una nación dividida. Christian Schwochow retrata la disfunción de su país a través de la crisis mental de su protagonista. Basada en la novela autobiográfica de Julia Franck, gran parte del relato transcurre entre las paredes del refugio Marienfelde de Berlín-Oeste, donde interrogatorios llevados por franceses, ingleses y norteamericanos deciden si sus inquilinos reciben el sello qué les permite vivir en el mundo occidental.
El pasado de Nelly no parece claro: puede que su esposo y padre de su hijo fuera algo más que un científico. Puede incluso que no esté muerto. Toda persona procedente del Este es un espía en potencia. La paranoia y el temor al enemigo invisible se extienden por el relato como una mancha de aceite. Nelly, poco a poco va perdiendo la noción de su propia existencia, lo que no parece obedecer a traumas infantiles o problemas de personalidad, sino al acoso constante de la Stasi, quien sembró dudas sobre su propio pasado, y, es como una extensión metafórica de la propia esquizofrenia del país.