Frank Öllers y Kai Niederländer son estereotipos y símbolos de su tiempo, que como el título bien indica, podríamos definir como la “era de los caníbales”. Con estos dos personajes bien podemos trazar la dinámica depredadora y deshumanizadora del capitalismo.
Öllers y Niederländer creen que tienen todo bajo control, pero probablemente es todo lo contrario. Durante los últimos seis años, los dos asesores han viajado por varios de los países más convulsionados del planeta con una sola idea en mente: satisfacer la codicia de sus clientes y civilizar la expansión del capitalismo en zonas de “tradiciones bárbaras y antiestéticas”, según sus propias palabras. La ambición de los personajes pasa a ser una radiografía del sistema: globalización, oligopolios, crueldad empresarial, avaricia, xenofobia, machismo…, que termina devorándose a sí misma. Las prácticas empresariales de Öllers y Niederländer, ligeramente cuestionadas por la asesora que los acompaña en el viaje, revelan el espíritu de decadencia de un tiempo sin certezas, en el que el humor y el terror son caras de la misma moneda.
Encerrados en un hotel, tratando de cerrar un negocio en Pakistán, la película adopta los códigos del teatro del absurdo y la sátira caricaturesca para ofrecer una implacable farsa del mundo contemporáneo. Desde el rechazo a la lógica de la denuncia que adopta la película podremos reírnos de los personajes y despreciar su arrogancia, podremos desearles todo el mal que merecen, pero al final, una sola certeza nos abruma: hace mucho tiempo que ganaron la batalla. El tiempo de los caníbales les pertenece. |